1910Central Hidroeléctrica La Florida

Hacia fines del siglo XIX se comenzaron a construir en Chile centrales hidroeléctricas con el objeto de utilizar la fuerza mecánica producida por el agua para generar energía eléctrica por medio turbinas acopladas a generadores. Estas se caracterizaron por la rentabilidad de sus instalaciones y por su proyección productiva en el tiempo.

Estas se caracterizaron por la rentabilidad de sus instalaciones y por su proyección productiva en el tiempo. Sus turbinas, funcionaban de forma continua y a temperaturas invariables, extendiendo la vida útil de los equipos y permitiendo una adaptación rápida a la demanda[2].

La abundancia del recurso hídrico en la zona centro-sur del país y el crecimiento en la demanda de nuevas fuentes de energía motivaron a capitales privados, extranjeros y nacionales, a invertir en la construcción de centrales térmicas e hidráulicas. En 1897 la Compañía Carbonífera de Lota construyó cerca de Concepción la Central Hidráulica Chivilingo, la primera de su tipo en el país[3]. Esta fue seguida por la planta térmica Mapocho[4] que alimentó desde 1900 el alumbrado público y domiciliario de Santiago y el servicio de tranvías eléctricos[5]. Pronto estas plantas eléctricas no dieron abasto para el consumo energético de la época impulsando la construcción de dos nuevas centrales hidroeléctricas: El Sauce en Valparaíso en 1908 y La Florida en Santiago en 1910[6].

La planta de La Florida se instaló en las aguas del río Maipo en un lugar llamado La Obra, entorno perteneciente a la Sociedad Canal de Maipo. Por iniciativa del ingeniero jefe Luis Lagarrigue (1864-1949) y por falta de recursos para iniciar la obra, la concesión para la construcción de la hidroeléctrica fue traspasada a la Compañía Alemana Transatlántica de Electricidad[7]. La edificación fue levantada con materiales traídos de Alemania y se contempló como una central hidroeléctrica de pasada;  una cámara de agua con una capacidad de 5.100 m3, compuertas de admisión de las cañerías de presión, una compuerta de desagüe y un rebalse[8]. Se construyó además un nuevo canal para la obtención de una caída de agua que llegaría al Canal de San Carlos. La central contó hasta 1913 con cinco turbinas de 3000 kW cada una, con sus respectivas cañerías, logrando una potencia de 15.000 kW que transmitió a Santiago por dos cables subterráneos hasta la subestación Victoria y la central térmica Mapocho[9].

Durante el curso del siglo XX se levantarían nuevas centrales que continuarían ampliando y mejorando los servicios energéticos de la zona central del país. Asimismo, en Santiago se construyó un sistema de anillo de distribución subterránea para interconectar las centrales de Maitenes, Mapocho y La Florida, principalmente por el crecimiento exponencial de los servicios energéticos[10].

Las políticas del Estado chileno en torno a la energía eléctrica en la zona se limitaron solo a reglamentar y fomentar el desarrollo inicial de la industria, dando lugar a que los privados generaran sus propias normas en términos de construcción de estructuras y producción de energía. Esto se puede observar en el decreto 1.665 de 1904[11], que fomentaba la instalación de empresas eléctricas, donde el Estado se encargaba del otorgamiento de permisos para su construcción, anteriormente administrados por las municipalidades[12]. Si bien este decreto fue un primer intento de regularización por parte del Gobierno, en 1925 recién se creó la Ley General de Servicios Eléctricos que equilibró parte de las condiciones para el desarrollo de los servicios eléctricos[13]. Recién en 1940 el Estado comenzaría a invertir y participar activamente en el desarrollo energético a través de la CORFO (1939) y ENDESA (1944) [14].

En el presente, las instalaciones de la Central Hidroeléctrica La Florida pertenecen a la Sociedad del Canal del Maipo y han sido declaradas inmuebles de conservación histórica[15].


[1] Eduardo Minder, “Modelación hidrológica en el sistema interconectado central” (Tesis de Magíster, Pontificia Universidad Católica de Chile, Escuela de Ingeniería, 1997) 5.

[2] Jaime González Velasco, Energías renovables (Barcelona: Editorial Reverté, 2009), 372.

[3] Con una caída de 100 metros y una potencia de 500 kW fue declarada monumento nacional en 1990.

[4] Con 2 x 200 volts de distribución. Instituto de Ingenieros de Chile, Política eléctrica (Santiago: Editorial Universitaria, 1988), 27.

[5] Armando de Ramón, Santiago de Chile (1541-1991) Historia de una sociedad urbana (Santiago: Editorial Sudamericana, 2000), 153.

[6] Al término de la Guerra Mundial se subastaron los papeles de la compañía alemana en Londres y pasaron a manos inglesas creándose la Compañía Nacional de Fuerza Eléctrica.

[7] Sociedad del Canal del Maipo, 100 años Central Florida (Santiago: La Asociación, 2009), 18.

[8] Sociedad del Canal de Maipo: 170 años, (Santiago: La Asociación, 1997), 136.

[9] ENDESA, Plan de Electrificación del país (Santiago: Corporación de Fomento de la Producción, 1956), 105.

[10] ENDESA, Plan de Electrificación,  106.

[11] Ley 1665, 4 agosto 1904 en, http://www.leychile.cl/Navegar?idNorma=22829&buscar=servicios+electricos

[12] “Boletín de la Asociación de empresas Eléctricas de Chile”. Santiago: La Asociación, nº 5, (1 de agosto de 1916), 9.

[13] Instituto de Ingenieros de Chile, Política eléctrica (Santiago: Editorial Universitaria, 1988), 23.

[14] Instituto de Ingenieros, Política eléctrica, 30.

[15] Véase http://www.patrimoniourbano.cl/opensite_20080610111538.aspx