1875Viña Santa Carolina

Las bodegas de la Viña Santa Carolina fueron construidas entre 1877 y 1898 en los límites de la Legua de Macul, alrededor de chacras y viñedos y a una corta distancia de la ciudad de Santiago. Al igual que varias de las industrias capitalinas, la viña se ubicó cercana a canales de regadío

Ambos elementos representaron importantes factores a la hora de mantener en buen estado la cosecha y ampliar las redes comerciales de la empresa, que en un comienzo, estaban lejos de ser extensas.

La viña respondió a los paradigmas de la ciencia vitivinícola y a las nuevas tecnologías y métodos de elaboración propiciados por el cambio industrial que comenzaba a afectar el campo chileno[2]. Se fundó como una empresa familiar, en base a recursos privados[3]. Su creador, el abogado y político conservador Luis Pereira Cotapos (1835-1909), obtuvo parte de su fortuna ejerciendo su profesión de abogado en la minería, la que después invirtió en los terrenos donde fundó la viña que llevó el nombre de su esposa, doña Carolina Iñiguez Vicuña[4]. Sin embargo, esta nueva empresa no significó un cambio radical e inmediato en las estructuras socioculturales y económicas de la industria vinera, sino que tuvo que convivir con los valores tradicionales aún arraigados en nuestro país[5]. Pereira Cotapos fue un innovador, pero al mismo tiempo conservó las estructuras tradicionales en la organización social de su viña, limitando el accionar modernizador y reformista de la nueva ciencia que se había implantado en Chile[6].

La organización interna de la viña sostuvo las estructuras tradicionales de poder, visibles en su configuración territorial. Junto a las bodegas se ubicó la casa patronal, habitada por los enólogos y administradores, y en sus alrededores, las habitaciones de los inquilinos junto a una capilla[7]. Esto nos habla de un proyecto netamente ligado a la élite, que si bien imprimió modernidad en la técnica del vino, conservó las estructuras tradicionales del poder, diferenciándose de las nacientes industrias del período. A ello cabe sumar, los nulos derechos existentes en materia laboral, ya que a diferencia de las nacientes “sociedades de socorros mutuos” que se conformaban en las fábricas, la viña mantuvo ciertas restricciones a los trabajadores que se mantendrían hasta entrado el siglo XX[8].

La ciencia vitivinícola fue impulsada por los enólogos franceses contratados por Pereira, Germain Bachelet y Joseph Bertrand. Estos profesionales incidieron en la calidad de las cepas y mejoraron los cuidados y tiempos de fermentación del vino. Incidieron también en la construcción de las bodegas, con el uso de piedras, adobe y ladrillos, e impulsaron la crianza del vino en barricas de roble francés a fin de mantener una temperatura adecuada para la fermentación y guarda[9]. Las bodegas, además de los adelantos técnicos, proyectaron la prestancia del estilo neoclásico impreso sobre la fachada externa de siete frentes. Aquella estructura fue obra del reconocido arquitecto francés, Emilio Doyére, quien supo impregnar un toque clásico al patrimonio de Pereira[10]. Recibieron maquinaria europea, entre la que se encontraban las máquinas vendimiadoras que facilitaron el proceso de vendimia y los nuevos rieles de hierro, que instalados desde los campos hasta las bodegas, apoyaron el transporte de la uva hacia las barricas[11].

La incidencia de esta ciencia favoreció el desarrollo y mejoramiento de las viñas y también de sus vinos. En el caso de la Viña Santa Carolina, sus productos compitieron en el mercado nacional y fueron reconocidos en el año 1889 cuando el Cabernet Sauvignon, obtuvo medalla de oro en la Exposición Universal de París[12].

En la década del 30 del siglo XX, la Viña de la familia Pereira Cotapos se transformó en una sociedad anónima[13]. Pese a que en un comienzo la sociedad prohibió el traspaso de acciones a personas ajenas a la viña, la sociedad adquirió fondos en base a un crédito agrícola, otorgado por el Banco del Estado, iniciando en la década del 60, un importante proceso de modernización[14].

El desarrollo de la industria vinífera contó con el apoyo privado y también con el respaldo estatal. El Ministerio de Hacienda, a través de la Sociedad Nacional de Agricultura, fomentó la “modernización” de la agricultura, desarrolló el Congreso Agrícola en 1875 y una Estación Enológica en 1909 para promover investigaciones en el rubro[15]. Sin embargo, este apoyo en ocasiones se debilitó producto de las problemáticas sociales relacionadas con el alcoholismo y las restricciones en el libre accionar de las empresas vineras. Ejemplo de esto fue la ley 1515 de 1902 que impuso impuestos a las viñas según el alcohol destilado por hectárea[16]. Esta vigilancia, sin embargo, aceleró el proceso de modernización técnica de la viña, al exigir a la industria cambios en los procesos de destilación e higiene.

En julio de 1973 el decreto 936 nombró a las bodegas de la Viña Santa Carolina patrimonio arquitectónico nacional. El Consejo de Monumentos Nacionales amplió esta norma en 1996 con el decreto 610, integrando la totalidad de las bodegas[17].


[1] Pierre Aselot, “El paisaje del vino”, Revista Arquitectura N°054 (julio, 2003): 57.

[2] José del Pozo, Historia del vino chileno (Santiago: Editorial Universitaria, 2004), 65-66.

[3] Del Pozo, Historia del vino chileno, 86.

[4] Hernán Eyzaguirre Lyon, Sabor y saber de la cocina chilena (Santiago: Ed. Andrés Bello, 1986), 76.

[5] José del Pozo, “Los empresarios del vino en Chile y su aporte a la transformación de la agricultura, de 1870 a 1930”, Revista Universum Vol.2: N°19 (2004): 25-26.

[6] Luis Correa Vergara, “La industria vitivinícola en Chile”, Revista En Viaje N°138 (abril, 1945): 25.

[7] Pierre Aselot, El paisaje del vino, 58.

[8] Del Pozo, Los empresarios del vino en Chile, 26.

[9] Interior Bodegas Viña Santa Carolina (Imagen), en Dreizsiger, Bodegas de la Viña Santa Carolina.

[10] Alfonso Calderón, Memorial del viejo Santiago (Santiago: Editorial Andrés Bello, 1894), 85.

[11] Interior Bodegas Viña Santa Carolina (Imagen), en Dreizsiger, Bodegas de la Viña Santa Carolina.

[12] Luis Correa Vergara, La industria vitivinícola en Chile, 46.

[13] “Estatutos de la Sociedad Anónima Viña Santa Carolina” (Santiago, 1938).

[14] “Memoria y balance general” (Santiago, 1968).

[15] Carmen Álvarez, Derecho del vino: denominaciones de origen (Santiago: Editorial Jurídica, 2001), 53.

[16] Carmen Álvarez, Derecho del vino, 54.

[17] Ministerio de Educación Pública. Decreto Supremo N°610 (Santiago, 1996)