1855Estación Alameda

Las raíces del desarrollo ferroviario se encuentran en la inserción del país al sistema capitalista y a la explotación de vastos recursos mineros en el norte de Chile durante la segunda mitad del siglo XIX. Este contexto impulsó la nueva tecnología del ferrocarril, importada desde Inglaterra como motor de progreso industrial, paralelo a la visualización

Estas motivaciones llevaron a que en 1852 capitales estatales y privados conformaran la Compañía del Ferrocarril de Valparaíso y Santiago y que entre 1855 y 1863 construyeran la línea ferroviaria que unía a ambas ciudades. Este proyecto buscaba impulsar el crecimiento económico del valle central, además de permitir una mayor comunicación y expansión de sus actividades comerciales[2].

Durante este proceso se decidió levantar la primera estación de ferrocarriles de Santiago, la llamada Estación Central, construida entre los años 1856 y 1857[3]. El objetivo fundamental de aquella moderna estación fue servir como terminal a los ferrocarriles que se dirigían hacia Santiago desde Valparaíso y desde el sur y como puerta de entrada a la ciudad[4].

El primer edificio de la Estación Central, cuya construcción fue supervisada por el Ministerio del Interior, se construyó en base a la tecnología del hierro[5]. La fachada interna y externa junto a la bóveda central del edificio, que albergaba los andenes y ferrocarriles, fueron elaboradas en base a este proceso de construcción. Sostenida a su vez por pilares metálicos de estilo neoclásico, la bóveda central, contemplaba a cada lado un conjunto de oficinas, elaboradas en base a ladrillo y adobe, que recibían la dirección, la administración y las bodegas de la estación[6].

La importancia adquirida por ferrocarriles llevó a la creación en 1884 de la Empresa de Ferrocarriles del Estado tras la compra estatal de las acciones privadas de las diversas compañías de ferrocarriles[7]. La EFE y su primer director Pedro Eulogio Altamirano (1835-1903) se interesaron en ampliar y renovar la Estación Central. Hacia 1885 se construyeron dos volúmenes de estilo neoclásico, ubicados delante de las oficinas laterales de la estación y dos estructuras metálicas, obras de la firma francesa Schneider y Cía., apoyadas en una torre central, junto a un reloj[8]. En 1897 una nueva ampliación abarcó la construcción de un solo techo que reemplazó las dos estructuras metálicas existentes. Esta reforma también consideró la ampliación de las oficinas generales hacia ambos costados[9]. En 1908 se construyeron y repararon salas de espera, boleterías, casas para empleados, galpones, almacenes, entre otros, destacando además la implementación de agua potable, y la decoración de la Plaza Argentina[10]. Hacia 1911 se firmaría un contrato entre EFE y una empresa de electricidad a fin de implementar energía eléctrica en el lugar, remplazando la antigua iluminación a gas, que había ocasionado un voraz incendio en el edificio. En 1912, se comenzaría a reconstruir la estación, ensanchándola a ambos costados, invirtiéndose en ello, una suma de 2.932.509 millones de pesos[11].

La Estación Central de Ferrocarriles, fue emplazada al poniente de Santiago, limitando con las calles Matucana y la Alameda, en lo que fue conocido como el barrio de “Chuchunco”, perteneciente a la novena subdelegación rural[12]. Con la implementación de la estación, esta zona comenzaría a transformarse. Las nuevas estructuras y el ritmo ferroviario modificarían el tono rural del lugar, caracterizando el acento urbano del denominado barrio Estación Central[13]. La creación de la Estación Central modificó la vida cotidiana del sector, trayendo consigo un impacto económico. Afectó a los medios de transporte como los tranvías, que se apostaban en la estación a fin de transportar a los recién llegados a sus variados destinos[14]. Impulsó la creación de servicios como hoteles, locales de bebidas y comida, cafés, lugares de entretención y bancos que apoyaron la actividad comercial, el consumo y a su vez el poblamiento masivo del sector[15]. Socialmente, la estación articuló un nuevo espacio de sociabilidad entre las personas que llegaban a Santiago y las que habitaban en la ciudad, sobretodo alrededor de la plaza Argentina y al interior de la misma estación[16].


[1] María Alliende, “La Construcción de los Ferrocarriles en Chile 1850-1913”, Revista Austral de Ciencias Sociales N°05 (verano 2001), 145.

[2] Alliende, La Construcción de los Ferrocarriles, 146.

[3] Patricio Basáez Yau y Ana María Amadori, Estación Central/Estación Mapocho: construcciones ferroviarias en Santiago (Santiago: Ed. Antártica, 1995), 38.

[4] Basáez Yau y Amadori, Estación Central/Estación Mapocho, 41.

[5] Guillermo Guajardo, Tecnología, estado y ferrocarriles en Chile: 1850-1950 (México: Universidad Nacional Autónoma de México, 2007), 25 y Alfonso Calderón, Memorial de la Estación Mapocho (Santiago: Ril Editores, 2005), 22.

[6] Basáez Yau y Amadori, Estación Central/Estación Mapocho, 40.

[7] Guajardo, Tecnología, estado y ferrocarriles en Chile, 13.

[8] Basáez Yau y Amadori, Estación Central/Estación Mapocho, 52.

[9] Calderón, Memorial de la Estación Mapocho, 22.

[10] “Memoria del Ministerio de Industrias y Obras Públicas al Congreso Nacional” (Santiago, 1909).

[11] “Memoria del Ministerio de Ferrocarriles” (Santiago, 1912), 79.

[12] Armando de Ramón, “Estudio de una periferia urbana. Santiago de Chile, 1850-1900”, Revista Historia N°20 (1985): 225.

[13] De Ramón, “Estudio de una periferia urbana”, 223.

[14] Basáez Yau y Amadori, Estación Central/Estación Mapocho, 61

[15] Calderón, Memorial de la Estación Mapocho, 22.

[16] Basáez Yau y Amadori, Estación Central/Estación Mapocho, 61.