1964Invernadero Quinta Normal

Hacia esos años los invernaderos se habían posicionado en Europa como espacios relevantes, de experimentación doméstica y observación, goce y recreación, y había transitado desde espacios privados a sitios de esparcimiento público[1]. Santiago no se mantuvo ajeno a ese fenómeno. Hacia fines del siglo XIX el Estado asumió la tarea de fundar y mantener un Jardín Botánico para albergar distintas especies de plantas del mundo y preservar el patrimonio de la flora nacional. El propósito del recinto era la conservación, estudio y exhibición de su colección botánica, bajo condiciones protegidas que resguardaran a las plantas durante los meses fríos del invierno y también durante los periodos de sequedad y calor y les permitiesen desarrollarse. Para eso requirió de un invernadero, un espacio protegido que permitiese replicar las distintas partes del globo y ofrecer atmósferas adecuadas a cada especie.

En 1853, el presidente Manuel Montt creó el Jardín Botánico Nacional en la Quinta Normal, pese a que la ejecución del proyecto tardó más de veinte años por las dificultades burocráticas, la carencia de un terreno adecuado y la falta de aprobación de recursos económicos. En 1876, Rudolph Philippi, destacado naturalista y científico alemán radicado en Chile, asumió la dirección del Museo de Historia Natural. Bajo su gestión, la Sociedad Nacional de Agricultura entregó una superficie para el emplazamiento del Jardín Botánico. En colaboración con la administración de la Universidad de Chile, esta institución se convirtió en un espacio dedicado a la experimentación científica, la conservación de plantas y la difusión de conocimientos sobre prácticas agrícolas[2]. Contribuyó con el suministro de especímenes para la enseñanza de la asignatura de botánica en la Universidad de Chile, escuelas normales y liceos[3]. También facilitó semillas y plantas con fines medicinales a individuos particulares. Posteriormente, Rudolph Philippi cedió la dirección a su hijo Federico, y en 1886, Juan Söhrens asumió el cargo hasta su retiro en 1922[4].

Tras la venta de la propiedad de la familia Meiggs, el invernadero y su jardín botánico fueron adquirido por la Quinta Normal en 1890, con el objetivo de formar un centro de experimentación agrícola y espacio de interacción social. Para ello se contrató al ingeniero Adriano Silva para que apoyara en los trabajos de reconstrucción en el Jardín Botánico del llamado “Conservatorio de fierro de la Quinta Meiggs”, y fue instalado sobre una base de piedra y ubicado en el sector sur oriente de la Quinta Normal. [5]

El armazón del invernadero se componía de acero y cubierta de vidrio, y se enmarcaba en el estilo victoriano y el art nouveau. Su diseño proyectaba influencias francesa y similitudes con “los Parque des Chateau de Ravelet, en Cherbourg y el del jardín de Massey en Tarbes, caracterizándose por la esbeltez de sus elementos, precisión de su geometría y nobleza de sus terminaciones”[6]. Se conformaba de dos naves laterales y un espacio central de planta circular rematado por una cúpula. Arquitectónicamente, encarnaba los avances tecnológicos de la Revolución Industrial, los que permitieron la producción a gran escala de acero, masificaron la utilización del vidrio en las construcciones, así como permitieron el comercio global de infraestructuras.  

La disposición del recinto cubierto de vidrio generaba un microclima que permitía el cultivo y sembrado de plantas exóticas, lo que aportó en los conocimientos agronómicos de la época. Los jardineros y botánicos del establecimiento enriquecieron la colección mediante exploraciones por el territorio nacional, entre ellos la zona de Juan Fernández, Coquimbo, Tacna, Chiloé y las Guaytecas[7]. En este período, “se llegaron a cultivar más de 2.196 especies de todo el mundo. Árboles como el tamarindo, el jengibre, el pistacho o el fresno de flor”[8]. Además, se intercambiaron semillas con distintos jardines mundiales, como Londres, Berlín y San Petersburgo, lo que diversificó las plantas del invernadero[9]

Tras la gestión de Söhrens, el invernadero comenzó su etapa de decadencia. Los cultivos fueron abandonados y, en las siguientes décadas el edificio sufrió un profundo un deterioro. Esto refleja la ausencia de una política pública sobre la utilización de este espacio y también sobre las infraestructuras patrimoniales científicas. Entre 1989 y 1995, el lugar fue empleado como Conservatorio de Plantas Medicinales en un proyecto conjunto en que participaron Caritas Chile, la Municipalidad de Santiago y el Museo Nacional de Historia Natural. La propuesta se orientaba al ámbito educacional a través de visitas guiadas y talleres. Sin embargo, las actividades no tuvieron continuidad[10]. El 2009, fue declarado Monumento Nacional en la categoría de Monumento Histórico, transformándose en un área protegida.

Actualmente, el invernadero está abandonado y presenta bastante deterioro[11]. El acceso se encuentra restringido, cercado por una reja y sin la ejecución de trabajos para su restauración. En 2014, la Municipalidad de Santiago llamó a licitación proyectos destinados a la recuperación del recinto. Dos años más tarde, el Consejo de Monumentos Nacionales aprobó un diseño que contemplaba la ampliación de la estructura, la incorporación de servicios higiénicos y la instalación de una sala de máquinas para la climatización del espacio. Sin embargo, los altos costos de la restauración impidieron la realización de las obras. La administración de la Quinta Normal tampoco puede asumir esta labor de recuperación porque tiene a su cargo una gran cantidad de parques patrimoniales en el país.


[1] Daniel Talesnik, “Vegetación y placer”, ARQ (Santiago), nº 108, 2021, p. 64.

[2] Federico Philippi, Los jardines botánicos. Santiago, Imprenta Nacional, 1878.

[3] María Magdalena Barros, “El renacer del invernadero de la Quinta Normal. Una historia ligada al antiguo jardín botánico”, Chagual. Una revista del jardín botánico Chagual, año VIII, nº 8, 2010, p. 39.

[4] Cápsula Jardín Botánico en https://www.memoriachilena.cl/602/w3-article-132495.html

[5] Diario Oficial, 13 de enero de 1891, p. 2.

[6] Decreto que declara Monumento Nacional al Invernadero de la Quinta Normal, en línea: https://www.monumentos.gob.cl/sites/default/files/decretos/MH_01157_2009_D00279.PDF

[7] Hugo Gunckel, “Breve historia del antiguo jardín botánico de la Quinta Normal de Santiago de Chile”, trabajo presentado en el Primer Symposium Americano de Botánica. Farmacéutica, celebrado en Santiago de Chile en 1950, Chloris Chilensis. Revista chilena de flora y vegetación, 2014, año 7, nº 1, p. 25.

[8] Constanza López Cabello, “El jardín botánico de Quinta Normal: imaginarios yuxtapuestos para pensar el futuro”, Endémico, 2021, en línea: https://endemico.org/el-jardin-botanico-de-quinta-normal-imaginarios-yuxtapuestos-para-pensar-el-futuro/

[9] Memoria i catálogo de las plantas cultivadas en el Jardín Botánico hasta el 1º de mayo de 1884. Santiago, Imprenta Nacional, 1884, p. 4.

[10] https://www.biobiochile.cl/noticias/nacional/region-metropolitana/2019/08/29/el-invernadero-de-la-quinta-normal-el-olvido-del-que-podria-ser-una-bella-atraccion-capitalina.shtml

[11] Nils Timmermann, El traslado como puesta en valor de una pieza arquitectónica abandonada. El Invernadero de la Quinta Normal. Memoria de título presentada a la Escuela de Arquitectura de la Pontificia Universidad Católica de Chile para optar al título profesional de arquitecto, 2016, p. 15.