1944Central Hidroeléctrica Pilmaiquén

Durante la primera mitad del siglo XX el Estado definió la hidroelectricidad como el motor principal de la industrialización nacional[1].

Durante la primera mitad del siglo XX el Estado definió la hidroelectricidad como el motor principal de la industrialización nacional[1]. El desarrollo de la energía eléctrica era considerada fundamental para el progreso industrial y para cubrir las demandas de la población. Como resultado, la corporación de Fomento de la Producción (CORFO), creada en 1939, impulsó una planificación de la producción con el propósito de mejorar el nivel de vida de los habitantes y reducir los costos de la generación energética[2]. Su Departamento de Energía y Combustibles aprobó el Plan de Acción Inmediata, enfocado en obras de mayor urgencia, mientras se elaboraba un plan definitivo de electrificación. En ese momento, se diagnosticó que “las potencias generadoras reconocidas alcanzaban 6.038.250 KW, destacando al potencial que va de Puerto Montt a Magallanes. En ese mismo año, Chile solo aprovechaba 145.050 KW, o sea un 2.4 % de sus riquezas hidroeléctricas”[3].

Durante esta etapa se localizaron las zonas con las mayores posibilidades de aprovechar la fuerza hidráulica en el país y que requerían energía de manera urgente. Se iniciaron los estudios y se desplegaron “en terreno las primeras brigadas de ingenieros proyectando la Central Pilmaiquén”[4]. La elección de los ríos y lagos como fuerza motriz permitía planificar su utilización de forma adecuada y ubicar “las distintas clases de consumo en forma racional, de acuerdo a las características geográficas del país”[5]. Además, la proyección contemplaba la disminución de las reservas de combustibles y la expansión de los centros urbanos, lo que aumentaba el consumo de energía doméstico e industrial. Esto originaba una insuficiencia en el sistema de las plantas generadoras de electricidad de servicio público.

La construcción de la Central presentó variadas complejidades debido a las características de la región. En 1941, la empresa a cargo de las obras comunicó a CORFO que los datos entregados por los informes geológicos tuvieron cambios significativos. Inicialmente, se indicaba que el terreno se constituía de arcillas glaciales, pero a poca profundidad se localizaron areniscas duras, que solo se podían remover con explosivos. Todo ello modificaba la planificación, aumentaba los costos y los plazos de ejecución. Para evaluar este escenario, la CORFO envió a Santiago Bonhomme, miembro del Instituto de Ingenieros[6]. Además, durante la realización de las obras se dieron otras variaciones como la cantidad de energía que produciría la Central, la extensión de la línea de transmisión, los costos del proyecto y enfrentar las variaciones del caudal del río Pilmaiquén por la elevada pluviosidad de la zona. Estos factores incidieron en el financiamiento, CORFO y posteriormente ENDESA, utilizaban recursos estatales y préstamos extranjeros, los que se encarecieron por la inflación y el insuficiente reajuste de tarifas. Por estos elevados gastos derivados de las construcciones, en la década de 1940, tuvieron pérdidas financieras[7]

Construida entre 1940 y 1944 por la empresa Echeñique y Hurtado, se ubica a 40 kilómetros al oriente de la ciudad de Osorno y posee una capacidad de generar 40,8 MW, pudiendo producir hasta 240 GWh de energía al año. Se encuentra unida al Sistema Interconectado Central mediante una línea de transmisión de 43 kilómetros. La actividad de la planta comienza con el desvío de 130 metros cúbicos por segundo desde el río Pilmaiqén a través de una barrera de concreto de 100 metros de largo y una altura de hasta 3 metros. Las aguas son direccionadas hasta la sala de máquinas mediante cuatro tubos paralelos de 52 metros de largo y un diámetro de 2,3 metros. En sus inicios, la Central estaba conectada a las ciudades de Osorno y Puerto Montt, desde 1946, se extendió a La Unión y Valdivia. Su puesta en marcha permitió el desarrollo de varias industrias de la región, “la Fábrica de Papel de Chumpullo, cerca de Valdivia, así como de la planta siderúrgica de Corral, que no disponía de la energía necesaria para su adecuado funcionamiento”[8]

En la década del treinta, la discusión político legislativa colocó a la región como un centro turístico. Se aprobó la “compra directa o expropiación de los terrenos adyacentes al Salto del Pilmaiquén y ejecutar en ello las obras de comodidad y ornato que determine la Sección Turismo del Ministerio de Fomento”[9]. Al año siguiente, se autorizó al Presidente de la República para expropiar este sitio de turismo[10]. Este debate planteó un dilema, que enfrentó los intereses económicos asociados a la explotación del lugar y los intereses por resguardar el paisaje y su cultura [11]. Por un lado se discutía la construcción de centrales hidroeléctricas como parte del plan nacional de electrificación promovido desde la década de 1940, pero por otro se reconocía el potencial del sur como capital del turismo nacional, en un contexto además en el que Argentina promovía la actividad turística como estrategia de expansión del mercado interno, que llevó, por ejemplo, a la creación del Parque Nacional Nahuel Huapi, en 1934, impulsó a la localidad de San Carlos de Bariloche como destino vacacional[12].

La Central Pilmaiquén se encuentra en un espacio de impresionantes paisajes en el sur de Chile, rodeada de bosques ancestrales, ríos, cascadas y a poca distancia de la comunidad mapuche Mapu Pilmaiquén, e implicó la transformación de un territorio reconocido por el atractivo de sus paisajes. Como informaba la revista “En Viaje”, “el hermoso salto del Pilmaiquén, una de las más hermosas obras de la naturaleza”, fue destruida “para construir una planta hidroeléctrica”. Para algunos este cambio no era sino uno de los varios signos del “malestar del hombre contemporáneo” y de su “divorcio, cuando no a su franca agresión” a la naturaleza, insistiría la misma revista en otro número. La cascada se había transformado en “un barranco desnudo”, en “un contorno de árboles raleados por las quemas y la corta”, haciendo desaparecer “un prodigio de la naturaleza”.


[1] Jorge Muñoz Sougarret, “La Central Hidroeléctrica Pilmaiquén: las tensiones entre el diseño institucional y su implementación (1935-1951)”, Historia 396, vol. 12, nº 2, 2022, pp. 189-220.

[2] Adolfo Ibáñez, “Los ingenieros, el Estado y la política en Chile. Del Ministerio de Fomento a la Corporación de Fomento (1929-1939)”, Historia, vol. 18, 1983, pp. 45-102,

[3] ENDESA, Pilmaiquén, Central Hidroeléctrica. Santiago, Zig-Zag, 1944, p. 1.

[4] Rafael Sagredo, “Electricidad para el desarrollo”, en Reinaldo Harnecker, Política eléctrica chilena. Santiago, Cámara Chilena de la Construcción, Pontificia Universidad Católica de Chile, Biblioteca Nacional de Chile, Biblioteca Fundamentos de la Construcción de Chile, 2012, tomo 81, p. xxiii.

[5] Raúl Simón, José Luis Claro, Manuel Ossa, Reinaldo Harnecker, Julio Santa María, Eduardo Reyes, Agustín Huneeus, Ricardo Simpson, “El problema de Chile y el plan de electrificación nacional”, Anales del Instituto de Ingenieros de Chile, vol. 39, nº 4, 1939, p. 220.

[6] José Soto, Red hidro-eléctrica: materialidad en tres centrales del plan de electrificación de Chile (1935-1943). Seminario de Grado para optar al grado de Licenciado en Historia, Universidad de Chile, 2017, p. 38.

[7] Fundación Pro Cultura, Antiguas Centrales Hidroeléctricas de Enel. Puesta en valor. Santiago, 2020, p. 26.

[8] Empresa Nacional de Electricidad S.A. (ENDESA), Plan de electrificación del país. Santiago, p. 103.

[9] Cámara de Diputados, Diario de Sesiones, 13º sesión extraordinaria, 14 de noviembre de 1934, p. 674.

[10] Cámara de Diputados, Diario de Sesiones, 2º sesión extraordinaria, 29 de octubre de 1935, p. 87.

[11] Rodrigo Booth, “Sublime natural, sublime tecnológico. Debates en torno a la valoración de la naturaleza en el río Pilmaiquén, Chile (1920-1945)”, ARQ, nº 103, 2019, pp. 137-149.

[12] María de los Ángeles Picone, “La idea de turismo en San Carlos de Bariloche a través de dos guías (1938)”, Estudios y perspectivas en Turismo, n° 22, 2013, pp. 198- 215 y Cámara de Diputados, Diario de Sesiones, 16º sesión extraordinaria, 21 de diciembre de 1937, p. 891.