1880Muelle salitrero Ex Compañía Melbourne Clark

El 22 de octubre de 1868, impulsado por la explotación minera del desierto, se fundó el puerto de La Chimba, el que luego pasaría a ser la ciudad de Antofagasta, Francisco Carabantes encontró cobre en el sector de caleta Coloso, mientras que José Santos Ossa comenzó a extraer salitre en el Salar del Carmen.

El 22 de octubre de 1868, impulsado por la explotación minera del desierto, se fundó el puerto de La Chimba, el que luego pasaría a ser la ciudad de Antofagasta, Francisco Carabantes encontró cobre en el sector de caleta Coloso, mientras que José Santos Ossa comenzó a extraer salitre en el Salar del Carmen. Más tarde, José Díaz Gana identificaría un gran yacimiento de plata que recibiría el nombre de Caracoles. Estas abundantes riquezas mineras atrajeron a una gran cantidad de personas que se establecieron en la naciente localidad. En 1872, el gobierno boliviano fundó la Municipalidad de Antofagasta y desplegó la estructura gubernamental en el Departamento del Litoral. La administración local estaba a cargo de un Capitán de Puerto que cumplía funciones de Intendente de Policía y Comandante del Resguardo[1]. Además, el rápido crecimiento demográfico impulsó la construcción de viviendas, infraestructuras de agua potable, un matadero, una oficina de correos, un mercado, escuelas y un laboratorio químico municipal[2].

El desarrollo del lugar y el aumento comercial llevaron al gobierno boliviano a habilitar nuevos puertos “para que todas las naciones del mundo puedan ensanchar sus negocios mercantiles en el litoral”[3]. En este contexto de gran auge económico e industrial, la empresa Melbourne Clarck y Cía. inició la construcción de un puerto en la bahía San Jorge en 1872, la que se inauguró en 1880. Fue construido con pino oregón y roble americano, y con rieles de acero, materiales que elegidos para garantizar solidez y ayudar a su conservación en el tiempo. Contaba con diversas grúas que funcionaban con calderas de carbón y que se utilizaban para la carga y descarga de mercaderías. Las dimensiones del edificio eran de 198 metros de largo y 15 de ancho, elevándose tres metros sobre el nivel del mar. La poca profundidad de la línea costera dificultaba el atraco directo de vapores o barcos de gran calado, por lo que se ocupaban botes o embarcaciones más pequeñas para el traslado desde el transporte hasta el sector portuario.

Esta infraestructura se ubicó en el corazón de Antofagasta, a pocas cuadras de la Plaza de Armas y junto al muelle Miraflores, construido en 1881, y al edificio de la ex Gobernación Marítima, inaugurado en 1910 durante el Centenario de la República. En ese espacio desempeñaría un rol central un papel fundamental en la exportación de las riquezas minerales y en el crecimiento del puerto.

Durante el desarrollo de la industria salitrera, la Melbourne Clarck y Cía también asumió la construcción del ferrocarril que unió la costa con el Salar del Carmen[4]. Estas conexiones fueron claves para el desarrollo de la ciudad, ya que sus líneas férreas se extendieron hasta la oficina Salar del Carmen, Carmen Alto, Salinas y Calama, y para finales del siglo, lograron conectar el litoral con las ciudades de Oruro y Potosí. De esa manera, la ciudad de Antofagasta se convirtió en un próspero centro comercial e industrial y, a inicios del siglo XX, representó“la más alta cuota de la renta aduanera de la República”[5].

Tras la guerra del Pacífico (1879-1883), la concesión del muelle fue transferida a la empresa Minera de Huanchaca de Bolivia y el lugar pasó a llamarse Muelle Oficial de la Compañía de Salitres y Ferrocarriles de Antofagasta. En 1888, la administración del recinto fue traspasada a la The Antofagasta and Bolivia Railway Co. Ltda. En las décadas siguientes, durante el apogeo del ciclo salitrero, el puerto mantuvo una actividad constante caracterizada por el flujo de productos, pasajeros y la exportación de minerales hacia distintos mercados mundiales. Sin embargo, la crisis del nitrato y la depresión económica de 1930 provocaron una disminución progresiva del movimiento portuario. Hasta la década de 1960, se intentó mantener el funcionamiento industrial del recinto, pero el muelle fue quedando, paulatinamente, en desuso. En 1961, con la inauguración del molo y el nuevo puerto de la ciudad, el administrador de la Empresa de Ferrocarriles Antofagasta-Bolivia decidió cerrar el muelle.

En los últimos años, la estructura del muelle ha sido afectada por la corrosión marina, debilitando sus cimientos y ocasionando un deterioro en su estructura, lo que obligó a la prohibición del acceso público a las instalaciones el 2010. Tres años después, el programa Legado Bicentenario del Ministerio de Obras Públicas cuyo propósito era la restauración de 100 edificios históricamente significativos en todo el país, seleccionó el muelle como uno de los lugares patrimoniales a recuperar y acondicionar como paseo público. Las obras de remodelación concluyeron el 2015, entre ellas destacan las “ventanas del tiempo”, que consiste en secciones de vidrio reforzado instaladas en la superficie del muelle y que permiten a los visitantes apreciar los elementos y la estructura original. Además, se implementó un sistema de iluminación en las grúas, se instalaron barandas y bancas, lo que conforma un espacio de recreación y alto interés del pasado antofagastino.    


[1] Bolivia, Informe que presenta el Delegado del Gobierno en el Departamento Litoral, Sucre, Tipografía del Progreso, 1871, p. 17.

[2] María José Correa y Pablo Chávez, “El laboratorio químico municipal de Antofagasta. Higiene alimentaria y gobierno local en el norte salitrero. Chile, 1894-1906”, Estudios Atacameños, vol. 68, 2022, pp. 1-23.

[3] Isaac Arce, Narraciones históricas de Antofagasta, Antofagasta, Uriarte impresor, 1930, p. 107.

[4] Eugenio Garcés, Las ciudades del salitre, Santiago, Orígenes, 1999, p. 27.

[5] Cámara de Diputados, Comisión Parlamentaria encarada de estudiar las necesidades de las provincias de Tarapacá y Antofagasta, Santiago, Talleres de la Empresa Zig-Zag, 1913, p. 6.