1500 aprox.Asentamiento San Agustín de Huantajaya

A kilómetros al este de la ciudad de Iquique, en las planicies que anteceden a la cordillera de la costa, en la actual comuna de Alto Hospicio, Región de Tarapacá, se ubicó el asentamiento minero San Agustín de Huantajaya.

San Agustín de Huantajaya fue un sitio de explotación minera, desde la época prehispánica hasta principios del siglo XX. Se destacó como uno de los yacimientos de plata más importantes del sur del Virreinato del Perú. A lo largo de la Colonia fue trabajado de manera irregular, lo que originó ciclos de bonanza combinados con etapas de agotamiento económico, en gran medida debido a las técnicas de extracción utilizadas. La distribución de los minerales, como explica el historiador Carlos Donoso, “obligaba a construir complejas redes de galerías subterráneas y, en especial, a fiarse de la intuición, tanto para dar con un filón como para no morir en el intento. Por lo mismo, la prosperidad del mineral y él éxito de las inversiones realizadas en él dependía, muchas veces, de golpes de suerte”[1].

En el trabajo de la plata se emplearon múltiples técnicas, como la amalgamación con azogue o los hornos de fundición. Una vez lista, la producción se trasladaba hacia Charcas y posteriormente al puerto de Arica, donde se realizaban los registros oficiales, se gravaba con impuestos y ensayaba en barras para su exportación[2]. En el caso de la Pampa del Tamarugal, “la principal dificultad en el beneficio de la plata eran los costos de transporte y la carestía de insumos y alimentos para la mano de obra”[3]. A pesar de esta situación, los artículos de consumo se obtenían de los oasis cercanos o del altiplano. Esto dio paso al establecimiento de circuitos productivos que contribuyeron a dinamizar la región y a dar forma a la denominada Ruta de la Plata, cuya cabecera era el mineral de Huantajaya. Además, este asentamiento impulsó el desarrollo económico de las localidades aledañas, como San Lorenzo de Tarapacá y Pica[4].

El crecimiento demográfico de la zona elevó la demanda de trigo y frutas, lo que causó etapas de prosperidad en la cuenca del Loa. No obstante, para el desarrollo de la región, era contar con agua dulce y para eso las autoridades de la época priorizaron los contactos con los centros agrarios de los oasis y quebradas, en lugar de la proyección hacia el mar, por su disponibilidad de agua[5].

A mediados del siglo XVIII, la actividad minera de Huantajaya se encontraba en su punto lo que generó iniciativas tecnológicas interesantes. Según el cartógrafo Antonio O’Brien, la población local construía sus casas con los trozos de “caliche”, descritos como: “de tal naturaleza que las humedades derriten el salitre y se cae la casa porque no cubren las paredes con barro, ni con otra cosa alguna por falta de agua”[6]. Para resolver esta dificultad, O’Brien, que había asumido el cargo de gobernador del recién creado Corregimiento de Tarapacá, diseñó un sistema de obras hidráulicas que transportaba agua desde las lagunas altiplánicas, atravesando las quebradas y canalizándola hasta la Pampa del Tamarugal para generar tierras dedicadas a la agricultura. Sin embargo, tal planificación no fue puesta en práctica por los elevados costos del proyecto y desacuerdos burocráticos.

Durante la etapa republicana el enclave minero pasó a ser una Subdelegación de Iquique y se mantuvieron servicios básicos para los habitantes, tales como la iglesia de madera, farmacia y tiendas de alimentos. En esos años, la caída de la producción de minerales se explica por la escasez del azogue, lo que originaba retrasos en la elaboración de la plata. A ello se agrega, la irrupción de otros minerales en el interior de la provincia que afectaron el desarrollo de esta industria. Paulatinamente, el ciclo de bonanza de Huantajaya fue concluyendo por la disminución de las reservas, los elevados costos de fabricación y la imposibilidad de frenar el contrabando. Hacia finales del siglo XIX, debido a la decadencia de la minería de la plata, la población comenzó a emigrar del lugar hasta abandonarlo por completo.

El sector del asentamiento minero tiene un significativo valor histórico y arqueológico, conservando vestigios de carácter material. Las ruinas de sus antiguas instalaciones y la acumulación de registros históricos permiten elaborar un perfil estratigráfico de la zona, lo que facilita la datación de las distintas épocas de ocupación del terreno. Los restos arqueológicos, artefactos, herramientas y enseres, proporcionan valiosas evidencias para interpretar el modo de vida de las comunidades que habitaron este lugar, los intercambios comerciales y las actividades cotidianas. Este lugar fue declarado Monumento Histórico por su condición de sitio único y espacio de preservación del desarrollo de la minería en la Región de Tarapacá. En los últimos años, el antropólogo Horacio Larraín ha rescatado diversas piezas arqueológicas como  textiles prehispánicos, loza colonial y objetos de diferentes períodos que fueron donados a la Municipalidad de Alto Hospicio el año 2017 y que dan cuenta de la síntesis cultural que se generó en torno a este establecimiento minero. Con esa base material, el Departamento de Cultura, Turismo y Patrimonio ha organizado y presentado una colección arqueológica de Huantajaya[7].


[1] Carlos Donoso, “Prosperidad y decadencia del mineral de Huantajaya: Una aproximación”, Diálogo Andino, nº 32, 2008, p. 61.

[2] Jaime Rosenblitt, Centralidad geográfica, marginalidad política: La región de Tacna-Arica y su comercio, 1778-1841. Santiago, Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos, 2003.

[3] María Concepción Gavira, “Producción de plata en el mineral de San Agustín de Huantajaya (Chile), 1750-1804”, Chungara. Revista de Antropología Chilena, volumen 37, nº 1, 2009, p. 40.

[4] https://tarapacainsitu.cl/contenido/838/huantajaya-el-patrimonio-olvidado-de-la-region-de-tarapaca

[5] Jorge Hidalgo, “Civilización y fomento: la descripción de Tarapacá de Antonio O’Brien, 1765”, Chungara. Revista de Antropología Chilena, volumen 41, nº 1, 2009, p. 12; Jorge Hidalgo y Manuel Castillo, “Antonio de O’Brien y la explicación de los minerales de Huantajaya, sus nombres y beneficio (1765)”, Llull. Revista de la Sociedad Española de Historia de las Ciencias y de las Técnicas,vol. 27, 2004, pp. 61-93. Véase también Óscar Bermudez, op. cit., p. 26.

[6] Antonio O’Brien, Plano y noticias del Puerto de Iquique y Mina de Guantajaya. Informe dirigido al Virrey Amat. Archivo General de Indias, Sevilla, Charcas, Leg. 490, f. 20 vta. Citado en: Óscar Bermudez, Estudios de Antonio O’Brien sobre Tarapacá. Cartografía y labores administrativas 1763-1771. Antofagasta, Ediciones Universitarias, 1975, p. 30.

[7] Departamento de Cultura, Turismo y Patrimonio. Municipalidad de Alto Hospicio, Museo de la plata de Huantajaya. Catálogo Arqueológico Nº 1, marzo 2023.