1922Oficina Salitrera de Chacabuco

Los complejos salitreros desempeñaron un papel central en la historia del ciclo expansivo del nitrato en Chile.

Los complejos salitreros desempeñaron un papel central en la historia del ciclo expansivo del nitrato en Chile. La Oficina Salitrera de Chacabuco, construida en 1922 por la empresa Anglo Nitrate Company Limited en los terrenos de la Ex Oficina Salitrera Lastenia, se ubicó en la zona de Sierra Gorda, a 90 kilómetros del puerto de Antofagasta.

Chacabuco era uno de los numerosos pueblos salitreros que se encontraban dispersos en la zona desértica que abarcaba Tarapacá, Antofagasta y Atacama. Estos asentamientos siguieron el modelo de Company Town, que planificaba el espacio en función de la producción industrial y de los yacimientos mineros. Esto permitió la expansión de las actividades económicas nacionales hacia zonas poco pobladas o entornos geográficos difíciles, como el desierto[1]. Para administrar el territorio, se crearon cantones que agrupaban un conjunto de oficinas que compartían una zona común y dependían del ferrocarril como medio de comunicación y de transporte del salitre a los puertos de salida. En el caso de Chacabuco, este medio fue organizado “al sur de los equipamientos de la plaza -donde se situaban la maestranza, casa de locomotoras y carbonera- para no perturbar el área de viviendas, con la excepción del ramal que enfila al poniente, el que interrumpía las viviendas del cierre”[2].

La disposición urbana de la oficina se caracterizó por su plano damero, con calles rectas y manzanas rectangulares, donde se instalaron diversos establecimientos, como hospital, teatro, biblioteca, piscina, baños públicos, gimnasio, iglesia y mercado los que utilizaron materiales constructivos como el pino de oregón y el zinc. Chacabuco en su momento de mayor auge, albergó más de 4.000 trabajadores, tuvo escuelas, espacios médicos e imprenta[3]. También se caracterizó por ser un espacio de encuentro y de diversidad cultural[4].

La puesta en marcha de la oficina requirió de importantes inversiones que permitieron equipar el lugar con maquinaria e infraestructura, entre las que destacaron las máquinas, calderos, planta de fuerza, maestranza, almacenamiento de petróleo, la casa de yodo y chimeneas con una altura de 35 metros. Esto sustentó un sistema productivo robusto, que significó un gran avance tecnológico[5].

Las faenas salitreras emplearon diferentes procedimientos tecnológicos en la producción del salitre, los cuales fueron perfeccionados durante la segunda mitad del siglo XIX. La Oficina Salitrera Chacabuco adoptó el sistema Shank, desarrollado por el inglés James Shanks y traído a la región por el ingeniero químico inglés James Thomas Humberstone, conocido también como Santiago Humberstone (1850-1939). Este modelo se enmarcaba en los progresos técnicos de la primera revolución industrial y ocupaba el vapor de agua como fuente de energía para el funcionamiento de máquinas encargadas de la elaboración del salitre. Con esta tecnología se logró un aumento significativo en la obtención del nitrato, además de ser un método más eficiente y económico[6]. Junto a las chimeneas, se encontraba la casa de calderas, donde se generaba vapor a partir de leña, carbón y, posteriormente, diésel. Las instalaciones también contaban con una “casa de fuerza con máquinas diésel, generadores y tableros encargados de producir y controlar la energía eléctrica”[7].

Sin duda la manufactura del salitre requería uso de máquinas, altos niveles de tecnificación y especialización por parte de los obreros en labores industriales. El proceso de elaboración comenzaba con la extracción del caliche desde la pampa desértica, utilizando métodos como tronaduras o el trabajo de los obreros que empleaban combos de acero para abrir el terreno. A continuación, la materia prima se trasladaba a máquinas chancadoras para reducir su tamaño a pequeñas piedras, las cuales eran conducidas por cintas trasportadoras hasta grandes contenedores de agua, donde se efectuaba la lixiviación de los componentes. En este lugar, se trabajaba con el líquido a elevadas temperaturas cuya fuente de calor era vapor de agua que se originaba en las calderas. Como resultado de estos tratamientos químicos, se lograba separar el salitre de otros minerales más pesados[8]. Posteriormente, el material se dirigía a secciones para su secado, almacenamiento en sacos y transporte a los carros del ferrocarril[9].

La Oficina Salitrera de Chacabuco entró en crisis tras el final del ciclo salitrero, el cierre de los mercados internacionales para el nitrato y la migración de los trabajadores. En 1938, concluyeron las faenas industriales y, a mediados de esa década, se inició el desmantelamiento de sus instalaciones. Posterior a la desocupación del complejo industrial, a fines de los sesenta, fue adquirido por la Sociedad Química y Minera de Chile (SOQUIMICH) y en 1973 el recinto fue ocupado por las Fuerzas Armadas para transformarse en uno de los campos de prisioneros más grandes de la dictadura militar. Desde 1990, la zona es administrada por el Ministerio de Bienes Nacionales. En la actualidad, el lugar se encuentra en un estado de deterioro significativo y no cuenta con proyectos de recuperación o restauración de los edificios del complejo, los que representan un valioso testimonio arquitectónico de una época lejana marcada por la bonanza salitrera.